El #Cocido Day
precisa de un vino y aguardiente rey
….y sin duda la
primera regla para una armonía es “producto de la tierra con
producto de la tierra”. El simple gesto de meter la nariz en una
copa de vino me pedirá raudo el plato que lo acompañe.
Pero puestos a
hablar de parejas prefiero hablar de armonías que de maridajes,
donde vino y comida van de la mano, centrándonos en los sabores que
los definen y a partir de los cuales seremos quien de definirlos como
: dulces, salados, ácidos y amargos y para el caso del vino
consideraremos acidez, azúcares, alcohol y taninos.
Hablamos de nuestro
gran protagonista, el cocido y queremos que aun siendo el
protagonista no reduzca las características del vino. Nos
mostraremos vigilantes a que las proteínas de las carnes no
neutralicen los taninos de nuestros vinos, en el caso de los tintos.
Buscamos equilibrios y sensaciones que explotarán y se fusionarán
en nuestra boca con un paladar único, sensaciones capaces de hacer
resurgir en nuestros sentidos un estallido de placeres que en
ocasiones se nos muestran contradictorios pero sumamente
interesantes.
No voy a negar que
en estas armonías hay cierta influencia de nuestros gustos
personales pero no es menos cierto que los vinos me han ido enseñando
y relatando quienes los deben acompañar y que hay un factor
determinante, de vital importancia, que hacen del disfrute un
verdadero placer y es el compartír.
El primer sentido en
alerta es la vista, me invitará a comer y el valor cromático de un
plato de cocido nos da ya un toque de atención, verdes y rojos, los
colores del vino, se nos abre el apetito.
Las texturas de un
plato de cocido se muestran en verdadera armonía, es sin duda
alguna un plato con gran personalidad. Las féculas (garbanzos,
patatas,….) que pueden bloquear en cierto modo la información
gustativa pero que a la vez incita al consumo del vino. Las
sensaciones gelatinosas de la cocción de algunas de las carnes que
ayudan a que en boca sabores y sensaciones se prolonguen en el
tiempo. Texturas sedosas de las verduras que dan plenitud al sabor
ácido de nuestros vinos atlánticos. Con estas uniones conseguimos
que nuestra lengua reciba sensaciones únicas, incluso ligeras notas
aterciopeladas.
Sí que es cierto
que hay ciertas variantes en el cocido según la zona . Si pensamos
en la zona del Deza quizás marca más el carácter ahumado de las
carnes de cerdo (introduce un pequeño porcentaje de amargor que
corrige la dulzura de la propia carne), en Rias Baixas la
representación de todo tipo de carne, la fresca de ternera, el pollo
campero o mejor si es gallina, el cerdo salado,…más presencia de
pimentones hacia las zonas más interiores, las androllas, botillos,
….que acompañan en el cocido y como no el chorizo de cebolla tan
particular que se incorpora según que comarcas. Después están las
verduras, que si el repollo más dulzón, que si las berzas más
amargas y crujientes, que si los grelos según sean de un ecotipo o
de otro, que si el globo blanco de
Lugo o grelo
de Santiago ( un puntín de amargor
en el conjunto del plato que equilibra los demás sabores). Estarán
de acuerdo conmigo en que hablamos de un auténtico plato de fusión
y como tal encontrará pareja en cualquiera de nuestras 5
Denominaciones de Origen y entre nuestros Vinos de la Tierra o los
que van camino de serlo.
Necesitamos vinos
que aporten sabores que ensalzan los rasgos de nuestra comida, hay
que valorar que los ácidos potencian mucho los demás sabores. Un
gran número de nuestros contundentes blancos y amables tintos serán
quien de compensar esta comida grasa pues no podemos negar este
carácter “ o noso porquiño”. Vinos tánicos, tintos de sabores
más o menos fuertes y algo secos en boca para esta comida proteica y
grasa.
Con esto concluimos
que necesitamos vinos frescos, frutosos, con cierto nervio y aromas
que envuelvan tan complejo plato. Necesitamos sin duda vinos
atlánticos.
Viejos albariños
sin malolácticas, contundentes y expresivos godellos, treixaduras
mostrando su equilibrado carácter y como no ensamblajes de nuestras
variedades reinas que se hayan hecho un poco adultas.
Gran protagonismo si
me lo permiten para una uva con nombre de reina, la mencía, con esos
aromas a frutos rojos que nunca olvida y manifestando siempre el
carácter terruño del lugar donde se ha mimetizado y con frecuencia
con pinceladas florales y minerales. Tintos jóvenes y de medias
crianzas aportando rabiosos sabores de fruta, lácticos y hojarasca
en el caso de los Ribeira Sacra.
Bocas
frescas, vivas, nerviosas, de paso ligero que maticen retrogustos de
notas grasas, ahumadas, pimentón y texturas pastosas por momentos
pero sin duda muy envolventes…..un conjunto que sin duda
encontrarán también excelentes compañías en vinos con carácter
de la sousón, caiño tinto, espadeiro,…………….. ¿ o alguien
duda de la fiesta en boca que supone un cocido en A Fonsagrada donde
seguro no faltará el botillo con un vino de Negueira de Muñiz de
verdello tinto? .
No hay duda, para
las mejores armonías dejen hablar al vino, metan bien la naríz.
No olviden que la
sobremesa pide un Aguardiente o Licor Tradicional de Galicia y lo
único que nos garantizará que lo son será su calificación con la
contraetiqueta del CCRR.
La modesta colaboración de Moraima será en el #cocidoday de Barro. ¡Veremos como resulta! ;)
ResponderEliminarY como va a resultar sino genial!!!!
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